El papel que cumplen los museos en el contexto del turismo cultural es de gran importancia, debido a que uno de sus principales objetivos es el desarrollo de la comunidad mediante programas educativos y actividades lúdicas, que contribuyan al desarrollo integral y evolutivo del perfil general de los visitantes, mediante relaciones interpersonales y multidisciplinarias generadas a partir del juego; asimismo promueven a través del patrimonio material e inmaterial, natural, cultural, moral y ético, potenciar los valores educativos y socio culturales que permiten el acerbo científico, histórico, cultural y patrimonial de las nuevas generaciones, fortaleciendo los valores e identidades de las comunidades a las que sirven con base al patrimonio cultural que custodian y conservan.
El ICOM (Consejo Internacional de Museos) establece que el museo: “Es una institución permanente, sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y su desarrollo, abierto al público, que adquiere, conserva, investiga y expone con fines de estudio, educación y de deleite, testimonios materiales del hombre y su entorno”.
La visión del museo ha sufrido un constante cambio a través de los tiempos. Debemos tener en cuenta que, en un principio el museo tradicional fue fundado como una institución esencialmente disciplinal y enciclopédica, construyendo sus actividades sobre un enfoque monodisciplinal heredado de la constitución de disciplinas científicas autónomas del siglo XIX (historia del arte, arqueología, etnología, ciencias naturales, etc.); era, físicamente hablando, un edificio que contenía una colección de objetos, proyectándose a un público indeterminado compuesto por visitantes anónimos.
Los museos tradicionales son en su mayoría instituciones aletargadas que custodian los objetos en exposición sin tener un horizonte claro ni preciso, permaneciendo ajenos al patrimonio cultural y natural de sus comunidades. Tienen como principal objeto de estudio el Museo (historia, evolución, entre otros) y sus contenidos. Percibida así la museología, ofrece un carácter tan especializado que parece solo concernir a los profesionales del museo, obligados por la ocupación a interesarse en ella y no a la sociedad en general.
En la museología tradicional se asume que el conocimiento existe objetivamente y que puede ser transmitido al aprendiz en un proceso pasivo, asimilativo, sumativo, sistemático y linealmente estructurado.
De Varine-Bohan precisa que ese tipo de museo tradicional era concebido por la vieja museología como: un edificio, una colección y un público. No obstante, la nueva visión museológica se planteó la posibilidad de considerar no un edificio sino un territorio, no una colección sino un patrimonio colectivo, y no un público sino una comunidad participativa. De esta manera se establece la ecuación que servirá de base a la nueva museología: territorio - patrimonio - comunidad.

El nuevo museo antepone el enfoque interdisciplinal y ecológico; el acento estriba en las relaciones entre el hombre y su medio ambiente natural y cultural; su razón de ser es estar al servicio de la comunidad específica, el museo se vuelve actor y útil de desarrollo cultural, social y económico de un grupo determinado; el campo de acción del nuevo museo resulta ser el territorio de su comunidad, territorio definido geográfica, política, económica natural y culturalmente. La infraestructura museográfica se descentraliza, se fragmenta y convierte el territorio en el medio de equipos diversos (Maure, 1996, p.129 - 130).
Los museos son un eje preponderante dentro del circuito turístico cultural del visitante nacional y extranjero, pero tenemos todavía muchas falencias, a pesar de los denodados esfuerzos tanto de los profesionales de los museos (museólogos, arquitectos, arqueólogos, conservadores, restauradores, gestores culturales, entre otros), que impiden que se tenga una avance sostenible entre las actividades que se desarrollan en su interior y con la comunidad en general. Los museos y sitios arqueológicos deben contar con estándares mínimos de calidad para el público que inspiren al turista confianza y sensibilidad de la oferta museal que está observando.
Los museos en nuestro país tienen muchas carencias, tanto por cuestiones económicas como por falta de profesionales calificados; en cada una de estas instituciones es poco probable lograr los objetivos trazados y las metas a corto, mediano y largo plazo. Lamentablemente los museos que pertenecen al INC no son rentables pero tampoco crean estrategias adecuadas que permitan buscar recursos debido a que según la normatividad vigente no permite que los recursos financieros propiamente recaudados sean administrados directamente por el museo.
Para que podamos lograr una afluencia de visitantes a nuestro país, es necesario desarrollar una conciencia turística, que es la identificación de la población en general con los fines y responsabilidades de la actividad turística así como mostrar una actitud positiva hacia los visitantes de cualquier destino. Se puede desarrollar a partir de una labor educativa a largo plazo que pretenda lo siguiente:
a) Un cambio de actitudes y conductas a favor del trato amigable, cálido y personalizado.
b) El respeto y la protección del medio ambiente, las tradiciones, las costumbres y la identidad nacional.
c) El apoyo al esfuerzo que realizan, tanto el sector público como el privado, por la promoción de inversiones, diversificación de la oferta y desarrollo de la infraestructura.
Todos los involucrados deben asumir un papel protagónico y comprometedor en la formulación de planes estratégicos para recibir a los nuevos visitantes y posicionar al Perú como un verdadero destino del turismo cultural mundial. Para lograr desarrollar todas estas acciones es necesario coordinación, cooperación, concertación entre las diversas instancias estatales, el sector privado y la comunidad.
EL MUSEO TUMBAS REALES DE SIPÁN
El Museo Tumbas Reales de Sipán nace a partir del descubrimiento de las Tumbas Reales de Sipán en el Complejo Arqueológico de Sipán - Huaca Rajada, en la ciudad de Chiclayo, región de Lambayeque a 780 km. de Lima - Perú. Este gran descubrimiento arqueológico – cultural ha permitido dar a conocer uno de los más grandes hallazgos de los últimos años, lo que permite comparar a nuestra cultura con grandes descubrimientos realizados a nivel internacional tanto en Egipto, China y México.
A partir del descubrimiento de Sipán en el año 1987, la arqueología peruana ha dado un vuelco en este tipo de investigaciones, logrando acaparar un mayor interés por parte de investigadores y especialistas en la cultura Moche o Mochica (siglo I al VII d.C) a la que pertenece el Señor de Sipán, gran dignatario del siglo III d.C., permitiendo un mayor conocimiento de su vida, así como de la organización social, política y religiosa de la época.
La importancia de este hallazgo radica en haber encontrado una tumba intacta, que ha permitido a especialistas, investigadores, estudiantes y público en general, conocer y entender realmente la cultura Mochica, ya que hasta antes de su descubrimiento, mucha de la iconografía Moche no podía ser entendida y comparada hasta este momento. Con la Tumba del Señor de Sipán, se constató in situ, que los ornamentos, atuendos o emblemas de mando y rango recuperados, correspondían a los representados con los personajes de la iconografía cuya existencia quedaba así comprobada. Estos elementos identificatorios indican la autoridad del Señor de Sipán en la máxima jerarquía del tiempo Mochica en la región de Lambayeque.
A partir de este descubrimiento nació la imperiosa necesidad de construir un museo en el cual se alberguen todos los tesoros de Sipán para su adecuada presentación y conservación, pero previamente a ello se tenía que llevar a cabo una completa y sofisticada restauración del material arqueológico recuperado. Los ornamentos confeccionados en cobre dorado y plata se encontraban severamente afectados por los procesos destructivos de corrosión inherentes a su composición, es por ello que todo el material fue enviado al Museo Central Romano – Germánico de Mainz, Alemania, para su restauración.
El proyecto del Museo Tumbas Reales de Sipán se orientaba a un museo estrictamente temático que expusiera al mundo la unidad de los contextos funerarios científicamente recuperados, presentando las joyas, ornamentos, emblemas y ofrendas como pertenencias y símbolos de rango de los antiguos gobernantes de la región.
El planteamiento museográfico expone la investigación arqueológica como una ventana hacia el pasado. El visitante experimenta la misma vivencia de los arqueólogos en el proceso de recuperación de hallazgos y develación de las tumbas, de acuerdo a como fueron apareciendo los ornamentos, ofrendas y atuendos que condujeron a la identificación del rango de cada uno de los personajes que integraron la jerarquía Mochica.
El museo cuenta con tres salas de exposición distribuidas en tres niveles. Para ello el visitante ingresa al museo por el tercer nivel, a través de una rampa, lo que asemeja el ascenso a las antiguas pirámides Mochicas. Cada uno de los niveles presenta unidades temáticas que contextualizan el descubrimiento arqueológico de las Tumbas Reales de Sipán.
La repercusión del impactante descubrimiento de las Tumbas Reales de Sipán en la comunidad local, regional y nacional, ha logrado la revaloración de la identidad cultural de la población, manifestándose en diversas expresiones culturales, educativas, económicas y turísticas, convirtiendo a Sipán en un testimonio de identidad y máximo símbolo de éxito, orgullo y repercusión internacional.
Todo el esfuerzo desarrollado por profesionales para la concepción del museo, construcción, implementación museográfica y puesta en funcionamiento se debe a que el trabajo se realizó en equipo, teniendo como meta un museo a la altura de este importante descubrimiento y que en la actualidad está catalogado como uno de los 10 museos más importantes del mundo, según la revista Artnews (abril del 2004).